LA IMPORTANCIA DE LA MOTRICIDAD LIBRE

Que maravilla es poder mirar a un bebé en su actividad libre. Si nos damos ese tiempo de observación paciente, descubriremos el gran potencial del bebé en su actividad espontánea, su concentración, insistencia para lograr un objetivo propuesto por sí mismo, flexibilidad y variedad en sus movimientos, autonomía y la alegría que produce el sentimiento de competencia al realizar por sí mismo un movimiento que surge de lo profundo de su ser, pero para que esta actividad espontánea surja en el bebé es necesario que el adulto proporcione las condiciones adecuadas, esto significa un espacio seguro y suficientemente amplio para que él pueda desplazarse, respeto por sus tiempos particulares y autonomía.

La Dra. Emmi Pikler, pediatra Húngara y fundadora del instituto Pikler-Lóczy en Hungría, trabajó y demostró hace más de 70 años la importancia de la motricidad libre en el bebé y de no ponerlo nunca en una posición que no haya adquirido por sí mismo, por su propia iniciativa. Demostró que la posición de espaldas es la más segura y adecuada para que el bebé inicie la construcción de sus movimientos, ya que en esta posición el pequeño se siente totalmente sostenido por lo que puede inicialmente mover su cabeza sin tener que soportar su peso, que en el bebé es un cuarto de todo su cuerpo, puede mover sus manos y mirárselas, patalear con energía. Más adelante torcer un poco el tronco para alcanzar algún objeto interesante cercano a él, hasta que paulatinamente puede ponerse por sí mismo boca abajo, con lo que conquista otra dimensión del espacio lo que le da más posibilidades de exploración, y así progresivamente podrá rolar, reptar, gatear, sentarse, pararse y caminar por sí mismo. Esto, por supuesto, puede ocurrir sobre una base dura ya que si es puesto siempre sobre un colchón sus movimientos se ven entorpecidos, el bebé se hunde sin poder avanzar. La ropa también debe ser lo suficientemente suelta, y cómoda que le permita moverse libremente.

La Dra. Pikler insistió mucho en la importancia de las posturas intermedias, como estar semi sentado apoyado por el codo, volverse de vientre y de ahí volverse de espaldas, etc. Son muchos los movimientos intermedios los que llevan a lograr los grandes movimientos como sentarse, estar de pie y caminar.


Si sentamos o paramos al bebé antes de que lo haga por sus propias fuerzas, estamos forzando su postura, la que siempre será insegura e inestable, ya que ni su columna ni su sistema muscular han madurado lo suficiente para estar en posición vertical. Además generamos en el niño el sentimiento de inseguridad con el que investirá todo su actuar y sus exploraciones. Si el bebé “ha sido sentado” y está jugando con un objeto que se le escapa de las manos, dependerá en variadas ocasiones del adulto para que le entregue nuevamente el objeto ya que él no podrá alcanzarlo por sus propios medios porque no sabe reptar o rolar. Por lo que se genera un sentimiento de incompetencia y frustración que se va instalando en la construcción de su psiquismo y en todo su ser, también lo privamos del placer del movimiento y la autonomía, de conocer sus posibilidades a su propio ritmo y nosotros como adultos nos perdemos la maravilla de observar sus logros y capacidades, que al conocerlas podemos ir adecuando el espacio y los juguetes a su alrededor según los intereses del bebé acorde con el nivel de desarrollo que nos muestra.

Es importante comprender que la función motriz y especialmente la posturo – motriz depende estrechamente de la maduración nerviosa, y en este sentido la maduración precede a los aprendizajes, entonces bastará que el niño observe a los adultos caminar para que el desee también hacerlo, pero a su ritmo y en el momento que ya esté maduro para ello. Por lo que en un principio la ayuda que el adulto le puede dar al niño en la construcción de su motricidad y aprendizajes debe ser indirecta, acondicionando el espacio, disponiendo de juguetes adecuados a su nivel de maduración y a sus intereses.

Más adelante cuando comiencen a madurar funciones más complejas como la comunicación, el lenguaje, la imitación el adulto podrá apuntalar más directamente al niño si es que fuera necesario, pero siempre respetando su proceso de maduración y posibilidades, estimulando su actividad autónoma y evitando totalmente el adiestramiento.

Respeto, Seguridad y Autonomía son los postulados de base del instituto Pikler Lóczy.
El Respeto por los tiempos del bebé en cada adquisición del movimiento, tratar al bebé como una persona que tiene necesidades particulares y maneras propias de abordar y conocer el mundo. Reconociendo sus deseos y logros de manera sencilla pero significativa. Si damos tiempo al niño para que manifieste su iniciativa, su deseo de hacer y no nos adelantamos para “ayudarlo” por ejemplo, a abrocharse los botones, lo estaremos reconociendo como persona capaz . Si un niño se ha sentido respetado a lo largo de su vida y desarrollo, también podrá respetar a los otros ya que el ejemplo que le de el adulto será fundamental.

Es importante una actitud calma y delicada para relacionarse con el bebé, e irle anticipando ciertas situaciones, como por ejemplo, antes de alzarlo decirle que lo tomaremos y esperar que el bebé deje de hacer lo que está haciendo y se conecte con nuestra mirada, así el estará dispuesto y pronto tendrá la iniciativa de cooperar con el adulto, por ejemplo extendiendo también sus brazos para que lo tomen.


La Seguridad afectiva es tan importante como la seguridad postural y espacial. Si el niño sabe que está en un lugar seguro, que puede explorar a sus anchas en un espacio que conoce y con un adulto cerca que también conoce, que le habla a cierta distancia y le refleja con alegría lo que el bebé hace, pero que no lo interrumpe, ni interviene a cada momento mostrándole que debe hacer o por que objeto debe interesarse, sino que va variando los juguetes cuando observa que el bebé los exploró suficiente, se preocupa de que estos sean simples para que el bebé pueda comprenderlos y hacer relaciones adecuadas de espacio, forma, textura contenido, continente y no atiborra el espacio de objetos complejos llenos de luces o ruidos que confunden al bebé porque no alcanza a comprender como ni de donde surgen, por lo tanto no los puede explorar adecuadamente, mas bien lo “fascinan” atrapándolo.

Son interesantes los objetos de materiales nobles, ricos en texturas y formas como pañuelos, vasijas de diferentes tamaños, pelotitas de género, carritos de madera que aporten al desarrollo de los sentidos en el bebé, así podrá relacionar su cuerpo con los objetos y el espacio, y paulatinamente a su rimo y según su interés irá desarrollando su creatividad y pensamiento.


La actividad libre y autónoma es fundamental en el equilibrio afectivo y en el desarrollo del niño, le ayuda a afirmarse como persona. Si el niño se siente seguro afectivamente porque tiene un buen vínculo de apego con un adulto significativo, será un niño que puede explorar el mundo sin tanta ansiedad, con un dominio más armonioso de su cuerpo y motricidad, sin crispaciones ni tensiones, por lo tanto tendrá la calma y la distensión corporal para observar, manipular su cuerpo, los objetos y explorar su entorno. Hacer relaciones inteligentes entre él y los objetos por lo que sus aprendizajes serán placenteros y llenos de sentido.

La Autonomía como podemos ver, se basa en la relación que el niño tenga con el adulto y en la confianza mutua que surge de ésta relación. El niño necesita confiar en la seguridad y afecto que le proporciona el adulto para poder explorar y éste a su vez al ver las capacidades del niño, el dominio que tiene de su entorno gracias a que se le ha permitido conocer con libertad su cuerpo, también confía en él y en sus competencias. Entonces el adulto no siente que tiene que estar encima del niño para que no se lastime, si no que también tiene cierta autonomía para hacer sus cosas, aunque cerca del niño, mirándolo cada cierto tiempo. De esta manera los momentos juntos son realmente un disfrute mutuo. La cercanía se hace más intensa durante los cuidados cotidianos, como el baño, la comida, el cambiado de ropa ya que estos son momentos que pueden ser aprovechados para un intercambio y relación llena de afecto y calidad en la auténtica presencia.

 

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