El andador para los bebés ¿Ayuda u obstáculo para la motricidad global?
Es bastante común que los adultos que crían consideren el uso del andador de manera cotidiana para pequeños que aún no caminan, incluso que ni siquiera gatean…
Los invito a que me acompañen a reflexionar sobre el movimiento libre en los bebés y su dificultad debido al uso del andador.

En artículos anteriores hemos visto con cierto detalle la importancia de que un bebé se mueva por sí mismo, desde sus propias fuerzas y sin apuro (pueden revisar el artículo http://psicomotricidadparalainfancia.blogspot.com/2017/06/la-importancia-de-la-motricidad-libre-y.html ) recordemos brevemente que a partir de los tres meses aproximadamente es fundamental disponer al pequeño/a de espaldas sin almohadas sobre una manta amplia en un lugar muy cuidado en el piso para que pueda realizar sus primeros movimientos con su espalda totalmente sostenida en una base firme. Desde ahí se inicia una serie de movimientos descrita acuciosamente por la Dra. Emmi Pikler, que se despliegan de manera autónoma (sin ayuda) en todo bebé humano de desarrollo normal, que van desde el giro sobre el vientre, reptar, rolar, posturas intermedias que preparan la cuadrupedia para el gateo, sentarse, pararse y caminar. Un bebé que puede moverse libremente y a su propio ritmo, activa fuertemente su capacidad de explorar de manera segura y conectada con su cuerpo, incrementando significativamente su capacidad de atención, lo que contribuirá ampliamente al desarrollo de su pensamiento.

Hay contundentes pruebas por las que el andador no está recomendado por la mayoría de los profesionales de la salud infantil, ya que su uso dificulta todos los procesos del movimiento libre descritos anteriormente debido a que el bebé queda verticalizado y bastante inmóvil dentro del aparato muy tempranamente, es decir, antes de que haya podido ejercitar la globalidad de su musculatura  gracias al despliegue de esta serie de movimientos que progresivamente y de manera natural van hacia la conquista de la verticalización, desde una mayor base de sustentación del cuerpo hacia una menor, hasta conquistar la marchaEsta manera de llegar a caminar tiene implicancias muy importantes en el sentimiento de seguridad personal que proporciona ir al propio ritmo y sin apuros. Por el contrario, usando andador los/las bebés solo pueden mover las piernas, pero de manera extraña sin una buena conexión con sus caderas, y como no hay fortaleza suficiente en ellas, podría derivar en un forzar los huesos encorvándolos. Además, no pueden mover bien los brazos que son fundamentales para el equilibrio al caminar. Por otro lado, los pequeños que usan andador no pueden regular bien la velocidad a la que van, por lo que hay mucho riesgo de caídas en los desniveles, pierden la noción de espacialidad en relación con su propio cuerpo y movimientos más delicados los que requieren de precisión y gran estabilidad, la inseguridad postural que viven colapsa el sistema emocional del niño/a que comienza a vivir sentimientos de ineficacia y frustración.

Tampoco es aconsejable que sean ayudados, ya que al afirmarlos con los bracitos extendidos hacia arriba y siendo abducidos por un adulto, se altera su sensación de propio peso, conexión con la plata de sus pies, cambiando su eje corporal, por lo que queda supeditado al ritmo del adulto y deja de coordinar su propio equilibrio a su propio ritmo y regulación.

Por lo tanto, aprender a caminar es una conquista personal que si es vivida al propio ritmo asegura el conocimiento global del cuerpo como, por ejemplo, saber regular el equilibrio y poner las manos si eventualmente hay una caída, estas acciones de eficacia son primordiales para la seguridad postural y emocional tan fundamental y constitutivas de una sana autoestima.