Sesiones de psicomotricidad personalizadas

Las sesiones se realizan en una sala espaciosa con materiales específicos que facilitan la expresión psicomotriz del niño, esto significa que a través del juego espontáneo y el movimiento el niño puede expresar sus emociones más profundas, los miedos, las angustias, también su alegría y su necesidad fundamental de moverse de sentirse y habitar su cuerpo. Todos estos son aspectos fundamentales para un desarrollo global sano.

Hay demasiados niños que están siendo culpabilizados por los adultos más cercanos (profesores, padres, parientes, etc.) por su necesidad de moverse. Pasan horas sentados en clases, otra cantidad de horas frente a las pantallas de diversas índoles. A esto le sumamos que cada vez salen menos a jugar a las plazas o en su barrio. El niño está perdiendo el placer de jugar y relacionarse con pares, está perdiendo el placer de ser niño!! Es decir, se están desdibujando los procesos fundamentales de la constitución de su Identidad. Estas son unas de las razones por las que tenemos una plaga de niños hiper -activos y con déficit atencional, también con altos índices de agresividad o depresión.

El especialista en psicomotricidad acompaña al niño en la evolución y maduración de los aspectos biopsico-sociales, potenciando su autoestima de una manera lúdica, así el niño siente que su natural manera de ser y expresarse principalmente a través del juego espontáneo, es aceptada y valorada.
El psicomotricista potencia el juego y el movimiento, lo desculpabiliza bajo un marco de lo “permitido” y le da un lugar fundamental en la terapia dentro del encuadre de la sala de psicomotricidad. De esta forma el niño se siente bien en su cuerpo y consigo mismo, espejado por la mirada reasegurada del psicomotricista, esto lo hace habitar con alegría su cuerpo y querer crecer, disfrutar de ser niño sin miedo a expresarse y vivir siendo él mismo, recuperando así su espontaneidad. Este es un proceso fundamental en la construcción de un psiquismo sano.

Las sesiones se realizan en una sala espaciosa con materiales específicos que facilitan la expresión psicomotriz del niño, esto significa que a través del juego espontáneo y el movimiento el niño puede expresar sus emociones más profundas, los miedos, las angustias, también su alegría y su necesidad fundamental de moverse de sentirse y habitar su cuerpo. Todos estos son aspectos fundamentales para un desarrollo global sano.

Hay demasiados niños que están siendo culpabilizados por los adultos más cercanos (profesores, padres, parientes, etc.) por su necesidad de moverse. Pasan horas sentados en clases, otra cantidad de horas frente a las pantallas de diversas índoles. A esto le sumamos que cada vez salen menos a jugar a las plazas o en su barrio. El niño está perdiendo el placer de jugar y relacionarse con pares, está perdiendo el placer de ser niño!! Es decir, se están desdibujando los procesos fundamentales de la constitución de su Identidad. Estas son unas de las razones por las que tenemos una plaga de niños hiper -activos y con déficit atencional, también con altos índices de agresividad o depresión.

El especialista en psicomotricidad acompaña al niño en la evolución y maduración de los aspectos biopsico-sociales, potenciando su autoestima de una manera lúdica, así el niño siente que su natural manera de ser y expresarse principalmente a través del juego espontáneo, es aceptada y valorada.
El psicomotricista potencia el juego y el movimiento, lo desculpabiliza bajo un marco de lo “permitido” y le da un lugar fundamental en la terapia dentro del encuadre de la sala de psicomotricidad. De esta forma el niño se siente bien en su cuerpo y consigo mismo, espejado por la mirada reasegurada del psicomotricista, esto lo hace habitar con alegría su cuerpo y querer crecer, disfrutar de ser niño sin miedo a expresarse y vivir siendo él mismo, recuperando así su espontaneidad. Este es un proceso fundamental en la construcción de un psiquismo sano.

El encuadre de la terapia tiene un ritmo:

Un ritual de entrada: donde el niño cuenta lo que le ha pasado en la semana, y propone a qué quiere jugar. Es el paso desde el afuera, el mundo cotidiano; al adentro, el mundo de contactar con las emociones profundas y el encuentro consigo miso. Aquí el psicomotricista acoge las necesidades del niño, lo escucha, pero también le recuerda las normas necesarias para poder estar en la sala, las que son pocas, pero contundentes.

El momento del juego: el niño juega espontáneamente manifestando sus emociones más profundas, el psicomotricista va acompañando las necesidades del niño a la vez que elabora estrategias pedagógicas y terapéuticas según cada caso particular. El juego es una herramienta de oro a través de la cual el especialista en psicomotricidad pueda “leer” al niño y ayudarlo mejor por lo que coge las propuestas del niño las que siempre responden a su necesidad profundas, pero también va proponiéndole juegos estratégicos lo ayudan en su proceso. El psicomotricista formado con orientación en la Práctica Psicomotriz Aucouturier, siempre trabaja con lo que el niño tiene y puede de esta forma le va dando seguridad en sí mismo, así el niño progresivamente va haciendo una especie
de alquimia que responde a una autorregulación desde un lugar de autovaloración porque se ve potenciado por un referente adulto como es el psicomotricista. El juego espontáneo y una buena mirada hacia el niño son elementos terapéuticos en sí mismos.
El psicomotricista cumple el rol de ser un partener en el juego del niño, pero también es el que va dándole los límites y le recuerda las leyes fijadas dentro de la Sala con anticipación en el ritual de entrada, las que le van dando una estructura y contención necesarias al proceso del niño. Esto es imprescindible para ayudarlo en su maduración emocional.

El momento del cuento: ayuda a los niños a crear imágenes, elaborar a nivel más inconsciente
procesos madurativos y a los procesos de simbolización, lo que es fundamental para los procesos de pensamiento.

El momento de la creación: el niño tiene a su disposición materiales específicos para que realice un proyecto artístico.

Ritual de salida, la despedida: el niño o los niños cuentan sus vivencias en la sesión, sacan sus conclusiones y aprendizajes de la experiencia vivida. Es un momento para preparar el paso nuevamente al mundo cotidiano hasta la próxima sesión.

De esta forma vemos a lo largo de todos los momentos de la sesión que los niños hacen un recorrido madurativo, que siempre tiene un mismo ritmo, un mismo encuadre. En las palabras de el creador de esta Práctica Psicomotriz, Bernard Aucouturier : “en la sesión los niños van desde el placer de actuar, al placer de pensar” desde sus necesidades y potencialidades.

El trabajo en psicomotricidad también implica encuentros regulares con los padres para ir generando una retro alimentación e ir orientándolos para que realicen un acompañamiento alineado también en la casa.

Las sesiones de psicomotricidad individuales o grupales, según sea el caso, para niños a partir de los 3 años hasta 9 años aproximadamente, están indicadas en términos generales por salud (en este caso el trabajo es grupal), pero también en situaciones de dificultades específicas para niños que presentan:

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